¡Cuidado con las espigas al pasear!

Con la llegada del verano y las altas temperaturas, los paseos en compañía de tu peludo se alargan y es más frecuente acabar en lugares como parques, descampados o caminos de tierra a las afueras. Aunque para nosotros no tienen demasiado atractivo, a sus ojos son lugares que ofrecen multitud de posibilidades: sea jugando contigo, investigando la zona, persiguiendo bichos o cavando en la tierra, se lo van a pasar en grande. Este tipo de zonas parece inofensivo, pero lo cierto es que contienen varios peligros a los que debemos atender si no queremos llevarnos una desagradable sorpresa. Uno de ellos son las espigas.

La espiga es un conjunto de semillas de cereal aún envueltas en sus vainas. Este recubrimiento exterior es duro y alargado, terminado en puntas agudas con filamentos alargados que crecen hacia delante. Esto facilita su enganche a ciertas superficies.

Para nosotros una espiga es inofensiva porque deshacernos de ella es fácil porque solo se pega en nuestra ropa, y al sacudirnos podemos quitárnosla. De hecho, es muy probable que alguna vez se te hayan enganchado a los cordones de las deportivas si sueles pasear por el campo. En el caso de nuestros amigos es complicado porque toca directamente su cuerpo, no pueden localizarla con facilidad y quitársela por sí mismos les es imposible.

Las espigas se adhieren con mucha facilidad al pelo de los perros, y gracias a los pelillos que hemos mencionado antes acaban profundizando hasta tocar su piel y causar úlceras. También llegan a otras partes más delicadas como el alrededor de los ojos o el interior de las orejas. En ocasiones, por sorprendente que parezca, han llegado a introducirse en los oídos el animal causándole mucho dolor.

Al igual que nosotros demostramos incomodidad cuando una astilla se nos clava en el dedo, el perro cambiará su comportamiento si una espiga le molesta: estornudará, parpadeará mucho, cojeará o agitará constantemente la cabeza. También podría lamerse las patas si se le ha colado entre las almohadillas, y podrían aparecer hinchazones localizadas.

Para prevenir este tipo de situaciones, hay un par de consejos que queremos darte. El primero es que mantengas su pelaje bien cuidado. Si es un animal de pelo largo, lo mejor es que pidas cita en la peluquería para saneárselo. Además, independientemente del tipo, es importante cepillarle un poquito tras cada paseo. Así, de paso, quitarás el pelo muerto y le ayudarás a refrescarse.

En caso de que hayamos localizado una espiga sobre la piel, ya un poco incrustada, hemos de retirarla con unas pinzas. Debemos hacerlo con tacto si la queremos extraer entera. Si hay inflamación y es mínima, podemos probar a bajarla con bálsamos reparadores o sprays calmantes.

Cuando la zona se presenta enrojecida y supurante, lo mejor es acudir cuanto antes al veterinario. El consejo es el mismo para zonas complicadas como las que hemos mencionado antes (oídos, ojos y hocico).

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