¿Sabías que tu mascota puede desarrollar asma en cualquier momento de su vida? Se trata de una enfermedad con una incidencia mínima sobre nuestros pequeños, pero que puede afectar muy gravemente a su calidad de vida. En Mascotetes te enseñamos a identificar los principales síntomas.
El asma es una dolencia crónica que provoca el estrechamiento de las vías respiratorias y, por ende, sensación de ahogo, silbilancias y tos constante en quienes la padecen. Se trata de una enfermedad con especial frecuencia en los seres humanos, que suele asociarse a determinados alérgenos: ácaros del polvo, pelaje de animal, polen…; si bien existen otras causas como la exposición a sustancias irritantes o la ingesta de ciertos medicamentos. Desgraciadamente, la ciencia revela que también puede afectar a la salud de perros y gatos. Resulta paradójico teniendo en cuenta que, según estudios recientes, la convivencia con ellos durante la infancia reduce nuestro riesgo de padecer asma.
En el caso de nuestros peludines, los síntomas son muy similares a los que nosotros mismos padecemos durante un episodio asmático. La respiración será lenta y pesada, casi siempre por la boca debido a la obstrucción de la nariz; con ataques de tos constantes (a veces, acompañados de mocos) y movimientos más torpes que de costumbre. En casos agudos, la falta de aire será visible debido a la cianosis que presentará en la lengua y las encías. Cuando ese tono azulado hace acto de presencia, significa que la vida de tu amigo corre peligro y debes llevarlo tan rápido como puedas al veterinario para un tratamiento urgente.
Los expertos coinciden en que los perros están menos expuestos al asma que los gatos. Esto se debe a su anatomía: los canes tienen unos pulmones poco elásticos en comparación con los de otras especies. Por ello, no sufren tanto los espasmos bronquiales que provocan las dificultades respiratorias de la enfermedad, aunque los procesos pueden ser más constantes y agudos porque son criaturas propensas a sufrir dificultades respiratorias. Sobre todo si hablamos de perros braquicéfalos: carlinos, bulldogs, boxers, shih-tzus…
El asma canina o gatuna, como la humana, no se puede curar. Sí existen tratamientos medicinales que ayudan a reducir el malestar de nuestros pequeños. Los hay antihistamínicos (inhiben un receptor que provoca inflamación), corticoides (actúan directamente sobre la inflamación) y broncodilatadores (afectan directamente a receptores de los bronquios para que estos se abran). Los primeros son los menos agresivos.
Por otro lado, existen tratamientos que se alejan de la acción química y optan por lo natural. Recomendamos que se utilicen, no obstante, de forma complementaria a la medicación recetada por personal sanitario y con autorización del mismo. Hablamos de oxigenoterapia o productos al estilo de AmazaPet.
Al margen de cualquier producto específico que utilicemos, no debemos olvidarnos de actuar sobre las posibles causas del asma. Muchas veces, la dolencia surge a raíz de un exceso de polvo en el hogar, el uso continuado de aerosoles, o porque consumimos tabaco a menudo cerca del animal. Procuremos limpiar un poco todos los días en los espacios que frecuenta nuestro chiquitín, así como evitar el uso de ambientadores o desodorantes y fumar menos cuando esté a nuestro lado. Asimismo, nunca está de más disponer de un humidificador para reducir el número de partículas en suspensión.