La reanimación cardio-pulmonar (RCP) suele asociarse al salvamento de personas en situaciones como ahogos o infartos, constituyendo un mix de técnicas entendidas como básicas o de primeros auxilios. Existen cursos de formación exprés para perfeccionar la práctica, pero cualquier persona puede realizarla si no hay expertos presentes. Hacer algo, aunque sea poco, es mejor que hacer nada cuando la vida de alguien está en juego. A las mascotas también se les puede practicar la RCP, y es muy similar a la humana.
Si parece dormido, lo primero que debes hacer es comprobar su pulso para verificar que solo está inconsciente. Lleva tus dedos índice y medio a la cara interior de una de sus patas traseras, un poco más arriba de la rodilla, para localizar las palpitaciones de la arteria femoral. Mídelas durante 15 segundos al menos.
De haber latidos, procede inmediatamente a revisar sus fosas nasales y la garganta. Ayúdate de una linterna. Extrae cualquier elemento que le esté bloqueando la entrada/salida de aire si lo hubiera. Si en este paso no observas cambios, procede a realizar la maniobra de Heimlich por su hubiera algún obstructor más adentro. Para ello tienes que coger a tu amigo bocabajo con su espalda contra tu pecho y apretar justo bajo las costillas.
La maniobra cuenta con una pequeña diferencia entre animales grandes y pequeños. Para los de gran tamaño, deberás encerrar tu puño en la palma de la otra mano; para los enanos, bastará con presionarle en el punto con la palma. Abrázale con fuerza hasta cinco veces seguidas y comprueba si hay algún objeto visible en la traquea. Retíralo y continúa.
El tercer paso son las respiraciones artificiales. Ten en cuenta que el rostro de perros y gatos es diferente al humano. Al ser más grande, puedes fabricar una mascarilla con una botella de agua para evitar el escape de aire. No olvides extender su cabeza y ponerla en línea con el cuello. Dale dos respiraciones artificiales y, si no sucede nada, vuelve a comprobar el pulso en la arteria femoral. En animales grandes la vía de insuflación es la nariz, y en pequeñitos, tanto esta como la boca.
El paso final es comprimirle el pecho, aunque solo se realiza cuando no se detectan latidos en el animal. Acuéstalo en decúbito lateral; esto es, recostado sobre su lado derecho dejando el izquierdo hacia arriba. En animales grandes, presiona firmemente entre las costillas 15 veces seguidas, con cuidado de no romper ninguna costilla. Intercálalo con cinco respiraciones artificiales y no pares hasta que veas reaccionar a tu mascota o hayan transcurrido 20 minutos. En animales pequeños, la proporción es de 10 compresiones y tres respiraciones artificiales.
Cuesta imaginar que un perro o gato se encuentre en una situación tan extrema, pero es tu deber estar preparado/a porque no siempre habrá tiempo para trasladarle al veterinario. Su salvación dependerá en parte de como actúes.
Para terminar, nos gustaría dejaros esta demostración práctica. ¡Nos vemos en el próximo post!