La piscina: tips para unas vacaciones refrescantes

Los adosados son un lugar de alquiler clásico entre quienes viajan la costa en estas fechas. Muchos cuentan con piscina propia en el patio interior, así que si habéis decidido alquilar uno y tu mascota es parte de la aventura, debéis tomar precauciones para no encontraros con sorpresas desagradables. Muchos perros odian ducharse y, por contra, les encanta darse un refrescante baño al aire libre. En principio no tiene nada de malo, pero hay tres cosas que vigilar en estos casos: los accesos a la piscina (escaleras), el nivel de cloro y la presencia de insectos que piquen.

Con los accesos nos referimos a la disposición de entradas/salidas y cómo están construidas. Lo ideal es que la piscina tenga escalera de obra y no una de aluminio con escalones, pero siempre se puede disponer una salva mascotas sobre la original para que el animal pueda circular libremente. Estos aparatos especiales rondan los 100 euros en cualquier tienda de la red. En cualquier caso, que nunca se bañe sin vigilancia.

La composición química del agua también ha de ser motivo de preocupación, El cloro mal diluido o en grandes cantidades puede ser letal en cualquiera, pero en especial para nuestros amigos perrunos. Sumemos, además, todas las bacterias y los parásitos que acumula el líquido con nuestros chapuzones. En relación a esto, debemos vigilar que el can no ingiera ese agua colocando barreras de seguridad o estando con él cada vez que salga al jardín. También que si nada, no pase tiempo de más: el cloro le irritará la piel y las mucosas de los ojos.

Una muy buena opción para evitar accidentes o intoxicaciones es que pongamos una cubierta en la piscina cuando terminemos de usarla. Así no solo protegeremos a nuestro amigo, también a cualquier otro animal que pueda tener acceso al recinto.

Por último, es importante controlar que ningún bicho picón toque a nuestro peludo. El lugar más habitual suele ser el hocico, donde duele pero no suele tener consecuencias graves. Si acaba en otros sitios más delicados como la boca o el cuello, la cosa se complica. La inflamación puede dificultar al perro comer o respirar adecuadamente, así que debemos actuar presto.

Lo primero es localizar y retirar el aguijón teniendo cuidado de no clavárselo más. Una vez retirado, hay que desinfectar y bajar la hinchazón con hielo y una mezcla de agua y bicarbonato de sodio (abejas) o vinagre (avispas). Si el perro reacciona en las horas siguientes con vómitos, diarrea o efectos similares, toca correr al veterinario más cercano.

Recordad, en último lugar, que todo chapuzón tiene que ir acompañado de un baño en casa para cerrar la jornada. Hace tiempo ya os contamos la importancia de un pelaje limpio y saneado, y sobre todo cuando se ha visto expuesto a unas condiciones que lo pueden deteriorar rápidamente. Asimismo, no olvidéis cepillarle bien con el cepillo y limpiarle las orejitas, ¡porque nadie quiere inquilinos indeseados en su cuerpo!

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